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¿Cómo enfrentar las consecuencias del coronavirus en el sector logístico?


Aunque las proyecciones iniciales del impacto que tendrá la pandemia sean esperanzadoras, el escenario de las cadenas de suministro ha cambiado para siempre. En esta etapa se debe mitigar la pérdida de datos y de habilidades operativas para tomar decisiones sin incertidumbre tras la crisis.

En el primer día del estado de emergencia en el Perú, el último lunes 16 de marzo, las proyecciones del impacto que tendrían las cadenas de suministro por la crisis del COVID-19 eran esperanzadoras, según las perspectivas de varias empresas navieras que operan en el país. En ese momento, Semana Económica recogió las opiniones de Hapag-Lloyd, Villas Oquendo, Woll Corp, Savar y Ransa, quienes esperaban que —a partir del segundo semestre— se nivelen los efectos negativos del coronavirus.

En la práctica, este impacto se reflejaba en menores exportaciones e importaciones por la congestión en los puertos asiáticos —sobre todo en China— y en mayores tarifas por los desvíos hacia otros puertos. Diego Macera, Gerente General del Instituto Peruano de Economía (IPE), reafirma que la información que se ha recogido de las cadenas de suministro no muestran una situación crítica, y que los sectores han reportado hasta la fecha escasez en tema puntuales. “El reto más grande es la logística más que la producción, lo que puede impactar transversalmente a los negocios”, señala.

Este problema logístico que da un golpe a las importaciones y exportaciones empezó a lanzar señales de alerta desde el pasado febrero, según reporta el IPE. En su último informe se señala que, además del impacto que hubo desde la segunda semana de marzo en comercios como tiendas por departamentos y de equipos electrónicos —que terminaron por cerrar cuando comenzó el estado de emergencia—, las importaciones de artículos como celulares y computadoras portátiles que vienen en un 83% y 96% desde China sufrieron grandes bajas en febrero: un 46% y 33%, respectivamente, con respecto al mismo periodo en el 2019.

Aunque las proyecciones iniciales del impacto que tendrá la pandemia sean esperanzadoras, el escenario de las cadenas de suministro ha cambiado para siempre. En esta etapa se debe mitigar la pérdida de datos y de habilidades operativas para tomar decisiones sin incertidumbre tras la crisis.

En el primer día del estado de emergencia en el Perú, el último lunes 16 de marzo, las proyecciones del impacto que tendrían las cadenas de suministro por la crisis del COVID-19 eran esperanzadoras, según las perspectivas de varias empresas navieras que operan en el país. En ese momento, Semana Económica recogió las opiniones de Hapag-Lloyd, Villas Oquendo, Woll Corp, Savar y Ransa, quienes esperaban que —a partir del segundo semestre— se nivelen los efectos negativos del coronavirus.

En la práctica, este impacto se reflejaba en menores exportaciones e importaciones por la congestión en los puertos asiáticos —sobre todo en China— y en mayores tarifas por los desvíos hacia otros puertos. Diego Macera, Gerente General del Instituto Peruano de Economía (IPE), reafirma que la información que se ha recogido de las cadenas de suministro no muestran una situación crítica, y que los sectores han reportado hasta la fecha escasez en tema puntuales. “El reto más grande es la logística más que la producción, lo que puede impactar transversalmente a los negocios”, señala.

Este problema logístico que da un golpe a las importaciones y exportaciones empezó a lanzar señales de alerta desde el pasado febrero, según reporta el IPE. En su último informe se señala que, además del impacto que hubo desde la segunda semana de marzo en comercios como tiendas por departamentos y de equipos electrónicos —que terminaron por cerrar cuando comenzó el estado de emergencia—, las importaciones de artículos como celulares y computadoras portátiles que vienen en un 83% y 96% desde China sufrieron grandes bajas en febrero: un 46% y 33%, respectivamente, con respecto al mismo periodo en el 2019.

UNA REESTRUCTURA NECESARIA La reflexión luego de lo ocurrido en distintas partes del mundo lleva a pensar que las cadenas logísticas, tal y como las conocemos, tendrán que ser reestructuradas. Prestigiosas consultoras como PriceWaterhouseCoopers (PwC), McKinsey & Company y KPMG acaban de publicar sus recomendaciones para las empresas sobre cómo reorganizar el sector supply chain en el mediano y largo plazo.

Una de las variables para tomar en cuenta la resalta Macera: la consecuencia de tener una producción globalizada es que ésta es dependiente de lo que suceda en otros países. “Si tienes un insumo que se fabrica en Corea, se ensambla en la India, con un principio activo que proviene de China, estas circunstancias van a afectar tu trabajo”, comenta. El último estudio de McKinsey & Company sobre los impactos del coronavirus en la economía global advierte que si bien las cadenas de suministro ya están interrumpidas, el impacto total aún no se siente. Se espera la reducción de 7.000 TEU (Twenty-Foot Equivalent Unit) por semana en el sector naviero y un gran golpe debido a las restricciones de hasta un 50% de los aviones de cargo en distintos países.

El reciente informe de PwC aconseja que esto se puede solucionar con una mejor visibilidad de las cadenas de suministro y entender de forma más profunda cómo funcionan para crear resiliencia, además de modelar nuevos riesgos y costos, lo que implica el uso de nuevas herramientas y tecnologías inteligentes. Estas tres acciones podrán robustecer al sector logístico para enfrentar mejor la incertidumbre.

Este intenso conocimiento de la ruta logística es parte de lo que los expertos de KPMG subrayan como crucial. Ellos recomiendan realizar un mapa de riesgos exhaustivo que incluya posibles impactos en diferentes partes de la cadena de suministros. “La capacidad de gestión de crisis definirá la supervivencia de las empresas”, agregan en un reciente análisis sobre los impactos del COVID-19. Esta identificación de riesgos permitirá mitigarlos y transferirlos a aseguradoras.

En la orilla de la contención del problema en el corto plazo, Miguel Córdova comenta que las pérdidas más importantes están relacionadas a la capacidad de tener información clave y de retener experiencia y conocimiento. En el primer punto indica que no todas las compañías han podido migrar procesos a plataformas virtuales y la falta de operadores y administradores generará una pérdida de datos. En el caso de la mano de obra que tendrá que reducirse ante la crisis, Córdova aconseja que se evite la pérdida de conocimiento y de músculo operativo que se necesitará luego del estado de emergencia. “No tomar esto en cuenta puede reducir la capacidad de oferta y respuesta”, añade.

Macera manifiesta que las empresas que desarrollaron planes de emergencia que diversifican sus fuentes de insumos son aquellas que tendrán una reacción más rápida ante esta coyuntura. El estudio de McKinsey & Company justamente considera la creación de centros neurálgicos de crisis que consideren en los próximos dos a cuatro meses fuentes alternativas para todos los materiales cuya disponibilidad se ha visto afectada hasta lograr una estabilidad para operar.

“Esto a veces es difícil hacerlo en el corto plazo porque la relación con tus proveedores la desarrollas a lo largo de los años, pero hay que pensar en el futuro”, agrega el experto del IPE. La crisis que deja el COVID-19 debe ser usado como aprendizaje para fortalecer y conocer aún más a las cadenas de suministro.

Funte: Semana economica

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